Entre motores y cervezas
- Willy Brest
- 3 oct 2017
- 2 Min. de lectura
Dentro del boom de nacimientos de cervecerías artesanales que corren por estos tiempos, vale la pena conocer el caso de “V8 Taller Cervecero”. Ubicado en pleno barrio de Villa Urquiza, en avenida Congreso 5784, este bar fue inaugurado el viernes 8 de septiembre, hace menos de un mes. Una muestra de que la invasión cervecera sobrepasa a las tradicionales zonas gastronómicas, como Palermo o Cañitas, para llegar a los rincones más residenciales de nuestra ciudad porteña.
La primera mención que se debe hacer sobre este lugar está dirigida a su staff: una amplia mayoría de veinteañeros son quienes están encargados de atender a un numeroso caudal de clientes que exigen constantes refills de sus chops. Jóvenes que dividen su tiempo entre sus estudios universitarios y el bar dan sus primeros pasos en la atención al cliente entre algunos olvidos y dificultades para maniobra bandejas cargadas de medias pintas.
La ambientación que presenta el bar es un aspecto a tener en cuenta también. El nombre “V8” no hace referencia en esta ocasión a la banda de heavy metal de los años ochenta liderada por Ricardo Iorio, sino al motor V8, a lo que representa dentro de la jerga automovilística. De ahí a que se diga que es un “taller” cervecero. Este homenaje se completa con paredes cargadas de chapas patentes, un surtidor de nafta antiguo, fotografías de autos y otras decoraciones “fierreras” acompañadas por una tenue y agradable iluminación. Sin duda, un espacio diferente a lo que nos tienen acostumbrados las cervecerías artesanales hoy en día.

Ahora sí, una vez descripto el ambiente pasemos a lo que verdaderamente importa: cerveza y comida. Aquí es donde para las cervecerías comienza a complicarse la tarea de diferenciarse y hacer algo original, y esta no es la excepción. Los sabores de cervezas son básicamente los mismos que se pueden encontrar en otro lugar: honey, kolsch, ipa, belgian, porter, entre otros sabores europeos. Lo que sí ofrece este lugar es una sidra artesanal que no fue testeada por quien escribe esto, porque no le gusta la sidra. Un detalle que a algunos puede molestar es que la cerveza se sirve un poco más caliente que en otros lugares. A pesar de esto, V8 corre con la ventaja de estar recién inaugurado, por lo que todavía tiene tiempo de mejorar su variedad y calidad cervecera.
En cuanto a la comida aquí sí suma puntos a favor. Este lugar ofrece un menú de hamburguesas americanas que cumplen de buena manera su función de sacar el hambre. Con panceta, sin panceta, completas, sin huevo, con lechuga o tomate. Todas, obviamente, bajo nombres nafteros: Premium, gasolera, super o biodiesel. ¿Las papas fritas? De lo mejor.
También hay picadas y otros platos americanos cargados de frituras y bacon. La única queja que se puede hacer sobre la comida es que no hay mucho espacio para la sobremesa, una vez que no queda nada en el plato son rápidamente retirados, casi como una invitación para que la charla con tus amigos siga en otro lado.
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